Markel Rubio y Joane Milla, estudiantes de tercer curso del Grado en Educación Primaria de la Facultad de Educación de Bilbao, acaban de regresar de los campamentos de población refugiada saharaui tras pasar tres semanas haciendo sus prácticas en la escuela de la daira (municipio) Bir Gandus de la wilaya (provincia) de Auserd. Han sido los primeros en hacerlo.
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De practicum, en los campamentos de población refugiada saharaui
Dos estudiantes de la Facultad de Educación de Bilbao han tenido una experiencia pionera: han hecho tres semanas de prácticas en una escuela de allí
- Reportajes
Fecha de primera publicación: 16/12/2025
La semilla de este viaje se sembró el año pasado. Urtza Garay, como decana de la Facultad de Educación de Bilbao, visitó los campamentos de población refugiada saharaui y firmó varios convenios con centros locales de Educación Primaria para que nuestro alumnado realice prácticas allí. Se trata de un periodo de prácticas a corto plazo, de tres semanas, porque las condiciones son duras. Sin embargo, tal y como subraya Joserra Díez, actual decano de la Facultad de Educación de Bilbao, “es una oportunidad inmejorable para la formación de nuestros estudiantes, no solo desde un punto de vista académico, sino también en otros ámbitos: humanístico, histórico, cultural y de solidaridad con los pueblos oprimidos”. En la segunda semana de las prácticas de los estudiantes, se reunieron con ellos el decano y el vicedecano de Calidad, Acción Ecosocial e Investigación, Unai Ortega, aprovechando el vuelo chárter de la asociación Yaalah Ondarrua. Hemos hablado con ellos sobre esta experiencia tan emocionante.
Estudiantes y profesores han estado en casa de una familia. “Desde el primer día nos han abierto sus puertas y sus corazones. En nuestra sociedad no estamos acostumbrados a abrir nuestras puertas de esta manera, compartir comidas, espacios... Tienen poco, pero te dan todo lo que tienen con respeto y cariño. Este "baño" de humildad nos ha marcado desde el primer momento”, explica el decano.
¿Por qué y para qué habéis ido?
Joserra Díez: Hemos venido aquí para conocer de primera mano la situación y para firmar convenios de prácticas para el alumnado de Educación Infantil y Educación Social. Hemos aprovechado para analizar las necesidades de material concreto y otras posibilidades de colaboración. Por ejemplo, hemos visitado la Universidad de Tifariti y hemos impulsado el convenio marco de la EHU junto con el rector del centro. También hemos visitado las facultades de Educación y Enfermería, así como las guarderías y los centros de secundaria.
Joserra Diez: «Estas prácticas son una oportunidad inmejorable para la formación de nuestro estudiantado, y no solo desde un punto de vista académico»
Hay que tener en cuenta que este municipio, en un entorno árido y sin infraestructuras, carece de actividad económica o capacidad de inversión. Los centros educativos que hemos visitado los han construido a mano con adobe las mujeres, o bien se han levantado gracias a los recursos económicos y materiales aportados por entidades externas. Por tanto, las necesidades son diversas: desde la formación continua del profesorado, el mobiliario, la copistería o la digitalización, hasta las labores de mantenimiento.
¿Qué es lo que más os ha sorprendido?
Joserra Díez: La valentía de este pueblo por encima de todas las dificultades para mantener viva su cultura, su historia, su identidad y sus derechos. Su objetivo es ser un pueblo libre y volver a su tierra. Están en guerra, en el frente, y mientras tanto se ganan la vida y dan unas lecciones impresionantes de resistencia y resiliencia.
Markel Rubio: A mí me ha sorprendido la hospitalidad del pueblo, y la gran solidaridad y unidad entre la gente local. Es realmente emocionante cómo mantienen la lucha constante, con esperanzas de volver a sus territorios.
Joserra Díez: También resulta sorprendente la organización de la comunidad frente a las duras condiciones de ese desierto para satisfacer las necesidades básicas de todas las personas. Además del ámbito sanitario, la educación es un gran ejemplo. Todos los niños y niñas van a la guardería con 3 años, garantizando de este modo la salud, la alimentación y unos hábitos adecuados para ellos. Además, es increíble el trabajo y la energía de las mujeres. No es fácil vivir cada día en la desesperación, la pobreza y la incertidumbre, pero la alegría, la iniciativa y la esperanza que transmiten son enormes.
Unai Ortega: Desde la cruda situación en la que viven nos brindan enseñanzas importantes. Por un lado, que una organización política adecuada hace posible un mundo basado en valores humanos, incluso en las condiciones más precarias y duras. Y en esa organización política, la educación y la salud son estratégicas y fundamentales, y las mujeres saharauis han sido claras en la previsión y ejecución de esta estrategia. Las responsables de sostener y desarrollar toda esta estrategia son las mujeres. Por otra parte, agradecen de todo corazón la solidaridad y el apoyo que reciben desde el ámbito internacional. Este pueblo es muy consciente de la necesidad de esta ayuda para sobrevivir en la nada y recuperar su territorio. El amor que damos nos viene de vuelta multiplicado.
Unai Ortega: «Nos brindan enseñanzas como que una organización política adecuada hace posible un mundo basado en valores, incluso en las condiciones más duras»
Joserra Díez: Esto también me ha sorprendido. Hace 30 años, por iniciativa de Venezuela y Cuba, se abrió el centro de secundaria "Simón Bolívar". Eligen estudiantes que dominan el castellano y tienen excelentes expedientes académicos. El profesorado es cubano, dejan su trabajo y su familia en la isla durante tres años y se involucran en la formación del pueblo saharaui en nombre de la solidaridad, a cambio de un salario ridículo. Por ejemplo, un profesor de Educación Primaria cobra 50 euros al mes. Después de ofrecerles una formación intensiva, Cuba los beca anualmente para estudiar Medicina y otras carreras, algunos para 8-10 años. ¡Quién y Cuba! Un pueblo generoso que vive en el bloqueo. Tenemos mucho que reflexionar.
Joane Milla: Lo que más me ha sorprendido ha sido el deseo de aprender que tienen los niños y las niñas. Sinceramente, no esperaba encontrar este tipo de motivación, especialmente en un lugar de escasos recursos. En mi escuela, cada vez que comenzaba la clase de español los niños estaban atentos, deseando participar y con una gran sonrisa. Cada día demostraban su pasión por el aprendizaje.
Joane Milla: «He aprendido es que la educación no es solo una cuestión de recursos; lo fundamental es la actitud, la ilusión y la ayuda mutua»
Y como estudiantes, ¿cuál es la enseñanza más importante?
Markel Rubio: La importancia de la amabilidad y la colaboración. Allí el día a día avanza gracias a las aportaciones de la gente y a sus ganas de hacer las cosas; la fuerza de la comunidad lo sustenta todo.
Joane Milla: Yo creo que lo más importante que he aprendido es que la educación no es solo una cuestión de recursos. Me he dado cuenta de que lo fundamental es la actitud, la ilusión y la ayuda mutua. He visto cómo el profesorado y las familias hacen todo lo posible para que los niños y niñas aprendan lo máximo posible, de modo que su situación no se convierta en un obstáculo. Y esto me ha hecho pensar que, cuando seamos docentes en el futuro, nuestra verdadera fuerza será el ambiente que creamos, la energía que transmitimos y el empoderamiento que inculcamos en los niños y niñas.
Markel Rubio: «El profesorado recibe 50 euros al mes y aun así se esfuerzan por ofrecer lo mejor posible a los alumnos»
Y para terminar, ¿una reflexión sobre el día a día?
Markel Rubio: A pesar de que cuentan con escasos recursos, la gente es feliz con lo que tiene y, consciente de la situación, consumen solo lo que necesitan. El profesorado recibe 150 euros por tres meses de trabajo y aun así hacen un gran esfuerzo por ofrecer lo mejor posible a los alumnos.
Joane Milla: En el día a día del Sahara he visto la generosidad de la gente. Están dispuestos a darlo todo: tiempo, lugar, comida, atención… y todo eso de corazón. Muchas veces he sentido que no podía dar más de lo que recibía, pero para ellos eso es lo natural, cuidarse y sostenerse mutuamente. Esto pone todo en otra perspectiva. Y la verdad es que esta experiencia me ha marcado mucho, me he dado cuenta de lo fuerte que puede ser una comunidad y cómo, casi sin nada, te pueden hacer sentir que estás en un entorno cálido y de abundancia.
