Julián Estévez Sanz
Guerra ‘low cost’: cómo Ucrania está usando drones contra Rusia
Profesor del Departamento de Ingeniería Mecánica
- Cathedra
Fecha de primera publicación: 23/03/2022
Este artículo se encuentra publicado originalmente en The Conversation.
“¿Tenéis algún dron? ¡Dádselo a un piloto experimentado! ¿Sabes pilotarlo tú mismo? Entonces, ¡únete a la Unidad 112 de la Brigada Especial de Kyiv!”.
Con esas palabras, el 24 de febrero, el ministro de Defensa ucraniano llamó a las armas a la población, mediante un mensaje de Facebook. El mandatario se refería a esos drones que puede comprar cualquier persona aficionada en multitud de tiendas por internet y supermercados. Los ucranianos se preparaban para una guerra de guerrillas, de ataques rápidos y sorpresa, con “armas” que cuestan unos 100 euros. Incluso países vecinos están haciendo donaciones de esos aparatos sin la intermediación de ningún gobierno. Y funcionan.
No es la primera vez que Ucrania emplea esa tecnología contra los rusos en los últimos años, y no con poco éxito. Desde el conflicto inicial del Donbás, los soldados pilotaban y manipulaban hábilmente esos aparatos para infligir pequeños daños a las tropas enemigas. Además, son tan pequeños que la defensa resulta difícil.
Hoy en día, el ejército de Zelenski los está empleando para arrojar pequeñas bombas, sabotear líneas de convoyes, defender fronteras y explorar el terreno. En el juego del miedo, los ucranianos han desarrollado un pequeño dron de ala fija de esas características, que han bautizado como ‘The Punisher’ (el Castigador).
Además, esa tecnología está ayudando a la maquinaria de propaganda y en la guerra por el relato del conflicto, ya que la mayoría de esos pilotos están continuamente subiendo vídeos (verdaderos o falsos) a YouTube y Twitter, e intentando confundir al enemigo y demostrar que hay cientos de ojos mirándoles desde el cielo.
Una nueva forma de hacer guerra
Sin embargo, no todo es positivo para los ucranianos. Esa tecnología plantea escenarios de guerra totalmente impensables hasta ahora. Uno de los principales fabricantes de ese tipo de aeronaves es la empresa china DJI, quien mediante GPS puede geolocalizar perfectamente en todo momento a cualquier piloto no experimentado.
Quizás, viendo la mala publicidad que puede recibir la empresa por el empleo de sus productos en ese conflicto, DJI podría decidir deshabilitar la capacidad de vuelo de esos drones en territorio ucraniano. O quizás le interese conocer precisamente esas posiciones y emplearlas con aviesas intenciones.
No solo son esos juguetes caros los que sobrevuelan los cielos en Ucrania actualmente, sino que hay un arma mucho más grande: los temidos drones turcos TB2 Baykraktar. Desde que comenzó el conflicto, el país de Zelenski ha reclamado numerosos ataques exitosos llevados a cabo con esos drones, atacando convoyes de camiones y tanques.
Esas aeronaves han participado ya en numerosos conflictos bélicos, otorgando una ventaja abrumadora para el bando atacante. A pesar de que los rusos solo proveyeron de rudimentarias defensas a Armenia, ésas fueron aplastadas por los drones en el reciente conflicto de Nagorno-Karabakh. Por lo tanto, Ucrania no se lo ha pensado dos veces y está adquiriendo el mayor número de esas armas. Ahora mismo se estima que tiene una veintena.
Al contrario que los modestos drones de radiocontrol, esa arma vuela a mucha mayor altitud, de manera casi invisible y con capacidad de arrojar bombas mucho más poderosas. Tanto es así, que en redes sociales circula una canción ucraniana con imágenes de ataques de esos drones al grito de “Baykraktar”.
Aparentemente, la ventaja que están dando esos drones turcos no es la vista en otros conflictos. Esas aeronaves son lentas, pesadas, están controladas por un operador humano y, lo más importante, cada una cuesta aproximadamente un millón de dólares, un precio muy bajo frente a otras armas. Eso hace que no sean invencibles para armas antiaéreas altamente sofisticas, con las que sí cuenta el ejército de Vladimir Putin.
Sin embargo, el hecho de que se sigan haciendo ataques desde el cielo demuestra que ese entorno aún no ha sido dominado por ninguno de los dos ejércitos y que esos drones pesados, junto a los pequeños aparatos de radiocontrol, puede que estén frenando en gran medida el avance ruso.
Sin duda, deberíamos ser conscientes de que el arte de la guerra y su economía están cambiando. Estamos ante la primera guerra TikTok, en la que tenemos una gran abundancia de información falsa y verdadera, y que muchos de los ataques ocurren fuera de nuestra vista, mediante ataques cibernéticos. Todo eso y el auge del empleo de drones y robots quizás lleve a la reflexión de que inevitablemente nos dirigimos a guerras del futuro automatizadas, ‘lowcost’ y, por lo tanto, con el gatillo mucho más fácil.