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Con la implantación de los nuevos planes del EES y la introducción de conceptos como las competencias o los resultados de aprendizaje, la educación universitaria ha evolucionado notablemente en la última década. El objetivo es adaptarse a las demandas de un mercado laboral cada vez más competitivo donde las empresas no sólo buscan a jóvenes profesionales con recursos técnicos, sino que adicionalmente dispongan de habilidades comunicativas, de trabajo en equipo y de iniciativa propia.

Y es que la diferenciación es un factor clave en la búsqueda de empleo. Google, una de las empresas tecnológicas más importantes del mundo, ya lo ha dejado claro: el curriculum universitario está obsoleto a la hora de evaluar candidaturas a un puesto. Los conocimientos se presuponen, lo que se busca son las tan famosas competencias transversales: idiomas, comunicación, trabajo en equipo, liderazgo, iniciativa. Contar o no con estas aptitudes hará que un joven, tenga la titulación que tenga, pueda acceder con mayor o menor facilidad al mundo laboral.

Sin embargo, la docencia tradicional parece limitada a la hora de fomentar estos aspectos. Aunque existen propuestas para el aula, y se han realizado experiencias en grupos más reducidos, los recursos humanos y materiales son limitados. Y por ello, la solución pasa muchas veces por ir más allá, por proponer experiencias fuera del aula que permitan abordar estas competencias. Muestra de ello es el proyecto Formula Student Bizkaia, de la Escuela de Ingeniería de Bilbao, el que es sin duda uno de los mayores programas formativos de nuestra universidad, con más de 10 años y 300 alumnos y alumnas a sus espaldas.

El objetivo de Formula Student Bizkaia (FSB) es simple en su premisa: ofrecer al alumnado la oportunidad de aplicar sus conocimientos teóricos en un caso práctico, formándolos en un ambiente multidisciplinar mediante un objetivo común, la construcción de un monoplaza de competición tipo Formula cada año lectivo. FSB, por tanto, pone en práctica la máxima expresión del Aprendizaje Basado en Proyectos.

El proyecto no se entendería sin las competiciones Formula Student. Creadas en los 80 en USA e importadas a Europa en los 90, estas son las competiciones de estudiantes de ingeniería más importantes del mundo. Aunque existen cerca de una docena de competiciones a nivel mundial, FSB asiste anualmente en verano a Formula Student UK, que se celebra en el mítico circuito de Silverstone, y Formula Student Spain, cuya sede es el Circuit de Barcelona. En estas competiciones, organizadas por grandes empresas del sector de la ingeniería, más de 100 universidades y cerca de 3.000 estudiantes de todo el mundo compiten con sus vehículos no sólo en la pista, sino también en la mesa de trabajo, donde jueces de alto nivel evalúan el diseño, coste, modelo de negocio o sostenibilidad de los diseños realizados.

De este modo, toda la planificación y organización del proyecto FSB orbita en torno a estas competiciones, que marcan el ritmo de cada temporada, la cual se desarrolla durante un curso lectivo. Cada inicio de temporada, 50 alumnos son seleccionados para participar en el proyecto, y guiados por cuatro profesores de la Escuela de Ingeniería de Bilbao, elaboran un plan de viabilidad temporal y económica que permita lograr el objetivo final: pasar de un papel en blanco a un monoplaza eléctrico de competición en apenas 9 meses.

Con el fin de lograr este objetivo, la temporada se divide en varias fases. El primer cuatrimestre se enmarca en la fase de diseño, en el que se trabaja en cada pieza y subsistema del vehículo. El resultado final de esta fase es un modelo 3D de todo el vehículo, con los planos de las piezas a fabricar y donde cerca del 80% del vehículo ha sido diseñado por el alumnado. La fase de fabricación se extiende durante la primera parte del segundo cuatrimestre, hasta Semana Santa. Empresas colaboradoras, Centros de Formación Profesional y la propia Escuela de Ingeniería de Bilbao apoyan las tareas de fabricación, destacando el uso de los materiales compuestos y la impresión 3D. El montaje abarca el calendario hasta mayo, en el que el vehículo toma forma para pasar por último a los test, en los que cada subsistema del monoplaza es probado para garantizar la fiabilidad del mismo. Las competiciones, siempre en época estival, son la guinda de la temporada. La evaluación externa del proyecto durante cuatro días de intenso trabajo en el circuito para demostrar el trabajo de toda una temporada.

Y sin embargo, a pesar de lo visible del resultado, lo importante es lo que realmente hay detrás: la organización. El proyecto emula una empresa, dividiendo el desarrollo del vehículo en divisiones técnicas, y donde el alumnado ha de adquirir diferentes roles: miembros de grupo, líderes de grupo, managers de las finanzas, responsables técnicos y líder del equipo.

Se trata de manejar recursos materiales y humanos que obligan a los estudiantes a desenvolverse en aspectos como la planificación, gestión económica o la asignación de tareas. Y mientras lo hacen, desarrollan su capacidad de iniciativa, de superación, de comunicación en idiomas extranjeros, de trabajo en equipo, de liderazgo. Algo que las más de 40 empresas que colaboran con el proyecto, la Diputación Foral de Bizkaia, el Ayuntamiento de Bilbao o la propia Escuela de Ingeniería de Bilbao consideran fundamental para la empleabilidad.

Y es que el objetivo final de los que trabajamos de forma voluntaria en el proyecto Formula Student Bizkaia no es crear los mejores monoplazas eléctricos. Nuestro verdadero objetivo es formar a los mejores profesionales dentro de nuestra Universidad.

Asier Zubizarreta Pico, Faculty Advisor de Formula Student Bizkaia y profesor de la Escuela de Ingeniería de Bilbao.
Javier Corral Sáiz, Faculty Advisor de Formula Student Bizkaia y profesor de la Escuela de Ingeniería de Bilbao.
Alejandro Lopez García, Team Leader de Formula Student Bizkaia 2017 y alumno de la Escuela de Ingeniería de Bilbao.

Fotos: Mikel Mtz. de Trespuentes. UPV/EHU.