Contenidos

Investigadoras e investigadores de Biogipuzkoa han analizado en niñas y niños de varios países europeos la respuesta ante el ruido

Fecha de primera publicación: 07/07/2025

Personal investigador del grupo de Salud Pública y Epidemiología Ambiental del Instituto de Investigación Sanitaria Biogipuzkoa han coordinado un estudio europeo que ha analizado la relación entre el ruido ambiental y el nivel de cortisol infantil. Las y los investigadores Ane Arregi, Gonzalo García-Baquero, Aitana Lertxundi, Mikel Subiza-Pérez, Oscar Vegas y Nerea Lertxundi han participado en este trabajo cuyos resultados se han publicado en la revista científica internacional Environmental Research.

Según el modelo de reacción al ruido, éste genera una respuesta de estrés. En concreto, el ruido activa el eje hipotalámico-pituitario-adrenal y el sistema nervioso simpático. Cuando estos sistemas se activan, se liberan hormonas del estrés en el cuerpo, como el cortisol o la adrenalina. El cuerpo tiene varios mecanismos para volver de esta respuesta de estrés a su situación inicial, pero si la presencia del estresante se prolonga en el tiempo y se cronifica, el cuerpo pierde su capacidad de recuperación. Este fenómeno se conoce como sobrecarga alostática. Se ha demostrado que este estrés crónico provoca una inflamación crónica, daña el sistema inmunitario y metabólico, afecta al microbioma intestinal y a la regulación del ciclo diurno nocturno y puede causar problemas cardiovasculares.

Para ver cómo el ruido ambiental puede afectar al estrés se ha estudiado su impacto en el nivel de cortisol medido en diferentes muestras biológicas. Por un lado, los niveles de cortisol medidos en muestras de sangre, saliva y orina son indicadores de estrés agudo. Por otro lado, en cuanto al estrés crónico, en los últimos años ha aumentado notablemente la tendencia a utilizar el nivel de cortisol medido en el cabello como indicador del estrés crónico y de la actividad del eje hipotalámico-pituitario-adrenal.

En cuanto al estrés agudo, se han obtenido resultados muy variados: varios estudios han llegado a la conclusión de que los participantes que viven bajo los ruidos más altos tenían un mayor nivel de cortisol. Otras investigaciones, sin embargo, no han obtenido tales resultados. En cuanto al estrés crónico, antes de este estudio son dos los estudios que han analizado estas variables: en uno no se había encontrado relación en adolescentes de 14 a 15 años; y otro realizado con niños y niñas de INMA-Gipuzkoa, la mayor exposición al ruido ambiental estaba relacionada con menores niveles de cortisol.

Por lo tanto, ante la falta de resultados claros, el objetivo de este trabajo fue analizar la incidencia del ruido ambiental en el nivel de cortisol infantil. Para ello se han utilizado datos del proyecto europeo ATHLETE (Herramientas de progreso para la investigación y traducción del exposoma de los primeros años de vida humana – de las palabras inglesas Advancing Tools for Human Early Lifecourse Exposome Research and Translation). Este proyecto surge de una preocupación: la vulnerabilidad de los primeros años de vida a los factores ambientales y la falta de herramientas para desarrollar el conocimiento de esta exposición. Así, este proyecto se creó con dieciocho cohortes ya constituidas, entre las que se encuentra la cohorte INMA que este grupo de investigación ha trabajado durante largos años.

8 de estas 18 cohortes contenían información de cortisol. En seis, en las cohortes que pertenecen al proyecto HELIX, es decir, BiB (Reino Unido), EDEN (Francia), KANK (Lituania), MoBa (Noruega), Rhea (Grecia) e INMA-Sabadell, los niveles de cortisol en orina estaban disponibles, mientras que en las cohortes Generation R (Países Bajos) y las cohortes de Gipuzkoa y Sabadell del proyecto INMA, los niveles de cortisol en el pelo estaban disponibles. Como se ha mencionado, el cortisol de orina es un indicador de estrés agudo, mientras que el cortisol de pelo es un indicador de estrés crónico. Por lo tanto, los análisis se realizaron de forma paralela con ambos conjuntos de datos.

El resultado principal fue la ausencia de una relación significativa entre el ruido ambiental y el nivel de cortisol en el cabello. En cuanto al cortisol medido en orina, los resultados también fueron similares: no se observó relación entre el ruido ambiental y el nivel de cortisol.

El equipo investigador explica que los resultados obtenidos no implican necesariamente la ausencia de relación entre las variables analizadas. Varios pueden ser los motivos de este resultado: Por un lado, una estimación no exhaustiva del ruido ambiental podría explicar este resultado. De hecho, el ruido ambiental se estimó en la fachada de las viviendas de los participantes, un nivel de ruido que no tiene por qué ser indicativo de la exposición real al ruido del niño, ya que no se ha tenido en cuenta la exposición a otros contextos. Además, la percepción individual del ruido es un factor importante en el análisis de la exposición al ruido ambiental en el nivel de cortisol.

Para entender bien el impacto del ruido ambiental en la salud, es importante analizar cómo puede afectar a los biomarcadores de estrés crónico. El equipo investigador propone que el cortisol medido en el cabello es una herramienta útil para investigar la relación entre estresantes ambientales y niveles de cortisol acumulado. Sin embargo, también es importante que las futuras investigaciones añadan más biomarcadores de estrés e inflamación crónica, como otras hormonas de estrés o biomarcadores del sistema inmunitario. Desde este punto de vista, es interesante la puntuación total de la carga alostática. Este indicador incluye biomarcadores neuroendocrinos, inmunes, metabólicos y cardiovasculares. El uso de un indicador completo de estrés crónico podría proporcionar información valiosa.

Por último, cabe destacar la importancia de seguir analizando la incidencia del ruido ambiental en la salud, que en la actualidad está presente permanentemente. De hecho, al ser el segundo factor ambiental más importante que influye en la salud, la investigación de la contaminación del aire es importante. Según la Organización Mundial de la Salud y los estudios que se han realizado, la exposición a altos niveles de ruido, provoca irritación por ruido, problemas de sueño, deterioro del desarrollo cognitivo, enfermedades metabólicas como la diabetes y problemas cardiovasculares. Además, niñas y niños y adolescentes están en una etapa vital que les hace vulnerables al ruido. Es decir, la exposición al ruido ambiental en la etapa sensible de crecimiento y desarrollo cognitivo los hace grupos vulnerables. Además, no tienen tan desarrolladas las estrategias para combatir el ruido como las y los adultos y, en consecuencia, tienen menos control sobre el ruido. Por eso es importante investigar sobre el impacto del ruido ambiental en la salud infantil y socializar estos resultados. De hecho, la difusión del conocimiento sobre el ruido ambiental puede fomentar prácticas colectivas que beneficien a todos.

Según el grupo investigador «Ha sido una gran oportunidad poder investigar en el marco de un proyecto europeo como es ATHLETE, ya que gracias a ello la muestra de investigación aumenta mucho. Sin embargo, trabajar con una muestra tan grande requiere también más trabajo.» La doctora Ane Arregi, primera autora del estudio, reconoce que «Personalmente, ha sido un estudio que he disfrutado mucho, ya que tengo especial interés en entender el mecanismo que produce el ruido ambiental en la salud«.

Este trabajo ha sido posible gracias a las niñas y los niños y madres y padres que participan en las cohortes analizadas; y al trabajo de los y las investigadoras que las gestionan. Además, este trabajo ha sido subvencionado por el Departamento de Educación del Gobierno Vasco (PRE_2020_1_0182).