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Miren Rodríguez González

“Llámame gorda, no me llames obesa”

Profesora de Géneros Informativos y Gabinetes de Comunicación. Facultad de Ciencias Sociales y de la Comunicación

  • Cathedra

Lehenengo argitaratze data: 2024/03/07

Miren Rodríguez González
Miren Rodríguez González | Argazkia: Laura López. UPV/EHU.

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El pasado 4 de marzo se celebró el Día Mundial de la obesidad; sin embargo, no todas las personas obesas o con sobrepeso reconocen ese día como tal y tampoco lo hacen algunos nutricionistas. Por un lado, la comunidad médica tiene claro que la obesidad es un factor de riesgo que puede desembocar en enfermedades graves, como la diabetes tipo 2, enfermedades renales, hígado graso, cáncer y múltiples morbilidades. Por otro, hay un movimiento social creciente, y capitaneado por mujeres, que considera que la palabra obesidad implica enfermedad y que el origen de la propia palabra estigmatiza a las personas gordas, las culpabiliza y responsabiliza de su estado. De hecho, esa es una de las principales reivindicaciones de las activistas contra la gordofobia: “Llámame gorda y no me llames obesa”.

En España, el activismo contra la gordofobia es muy reciente, a diferencia de lo que sucede en otros países como EE. UU. donde se originó con el ‘Fat Acceptance Movement’ a finales de los años 60, y continuó en Inglaterra. En el ámbito hispanohablante, el movimiento contra la gordofobia nace en 2012 y, tal como constata la catedrática en Lengua Española Susana Salazar, cobra fuerza en México, Chile y Argentina a través de internet, centrándose sobre todo en las redes sociales, blogs, páginas web y ‘fanpages’ de Facebook, cuentas en YouTube y otras redes sociales.  En nuestro país, la lucha contra la gordofobia tiene nombre de mujer y se llama Magdalena Piñeyro, filósofa y cofundadora de la plataforma ´Stop Gordofobia´ en 2011. Desde entonces, reivindican que no se usen eufemismos y otros términos para hablar de una persona gorda, sobre todo en femenino: no quieren que se les llame rellenitas, obesas, `gordibuena´ o `gordisana´. “Gordo no es un insulto, es un adjetivo. No usar la palabra hace que se convierta en un tabú y se siga utilizando para herirnos”, aseguran.

De todo ello y mucho más se ha debatido en la jornada de análisis y reflexión sobre la gordofobia, celebrada en Bilbao y organizada por el grupo Mediaker de la Facultad de Ciencias Sociales y de la Comunicación de la UPV/EHU, el Colegio de Médicos de Bizkaia y el Colegio Vasco de Periodistas. En ella, médicos, nutricionistas, activistas y periodistas debatieron sobre palabra obesidad, sobre el significado del término ‘gordo’ y ‘gorda’, así como sobre su uso por parte de la comunidad médica, de los medios de comunicación y de las redes sociales, entre otras cuestiones.

Precisamente en ese escenario, parte del equipo del grupo Mediaiker presentamos el avance de un estudio en el que se analiza las reacciones en las redes sociales al fallecimiento de la actriz Itziar Castro, también activista contra la gordofobia, y objeto de mensajes ofensivos e hirientes por “ser obesa y no cuidarse”, entre otros. Son mensajes que encuentran en las redes sociales el mejor medio para expresar odio, intolerancia, rechazo y discriminación hacia ciertos grupos vulnerables, como son las mujeres gordas y quienes más se significan como activistas en su defensa y en la denuncia de comportamientos gordófobos. Las redes sociales aparecen así como un espacio que, por una parte, favorece la lucha contra todo tipo de discriminaciones, y, por otra, puede transformarse en un arma para atacarlas con total impunidad.

La investigación mencionada se ha centrado en estudiar los comentarios recogidos en las cuentas de X (antes Twitter), los diarios generalistas con mayor audiencia en España (elpais.com, lavanguardia.com y elmundo.es) desde que se anunciara el fallecimiento de la actriz el 8 de diciembre de 2023 y los días posteriores. Entre las conclusiones más relevantes, destaca que de los 152 comentarios analizados en la cuenta del diario La Vanguardia, 38 fueron ofensivos; de los 121 comentarios de El Mundo, 39 fueron negativos y de los 98 comentarios que se publicaron en la cuenta de El País, 39 fueron negativos.

De la clasificación de todos los mensajes analizados, los que se han categorizado como negativos lo hacen por su enfoque centrado en burlas y ridiculización de la actriz, en la estigmatización de la gordura y en la incitación al odio. Así, en el país.com, los comentarios negativos señalan que el peso de Itziar Castro está relacionado únicamente con el exceso de comida. La deshumanización se aprecia cuando en esos comentarios se señala a las personas gordas como enfermas y como culpables por estarlo y cuando refieren a su cuerpo como algo ‘enfermo y feo’, asociado directamente al anterior, se culpabiliza a la persona. “Tú te lo has buscado”.

En elmundo.es, los mensajes analizados en Twitter asocian el estar gorda -no gordo- con tener problemas mentales, dan a entender que van de la mano. Además, sin ser médicos ni sanitarios, determinan que la actriz murió por estar gorda y el mensaje incluye otro: “Este es el futuro que os espera a todas las gordas” y se culpabiliza a Itziar Castro por no tratar su enfermedad y por decir que ‘normalizaba los cuerpos gordos’, creando así la categoría ‘normal’ frente a la otredad.

Por último, en los tuits que reaccionan a la noticia publicada en la cuenta de lavanguardia.com, se usa la ironía para decir que la gordura es fea frente a un cuerpo normativo que es bello, se frivoliza diciendo que basta con comer sano y hacer deporte para tener ese cuerpo normativo y se usa el sarcasmo para constatar que su cuerpo no era bonito ni sano porque “es lo que tiene una persona sedentaria y con malos hábitos. Normal que esté gorda”. ‘No sorprende que haya acabado así’.

Ante la falta de límites éticos y legales, se aprecia una falta de reflexión y coherencia en los mensajes que se publican, donde se juzga por el aspecto físico de una persona y se le culpabiliza hasta de su muerte. En ese sentido, el derecho europeo no responsabiliza jurídicamente a las redes sociales por los contenidos ilícitos que pueda alojar, ya que las trata como a meras ’hospedadoras de las opiniones de las personas usuarias’. Un hecho que pone de manifiesto otra cuestión; los límites a la “libertad de expresión” ante los mensajes de contenido ofensivo, datos e informaciones no contrastadas, que se burlan de las personas por su cuerpo y donde se atreven a dar lecciones sin tener en cuenta las graves consecuencias que ello implica.

Yazmina Vargas, periodista, investigadora, activista y una de las principales ponentes en la jornada de reflexión contra la gordofobia, reivindica que los medios de comunicación, y en concreto las redes sociales, asuman y reaccionen ante las consecuencias que tiene la promoción de estándares de belleza poco realistas que glorifican la delgadez y estigmatizan la gordura. Sin olvidar que esa representación sesgada y el constante bombardeo de mensajes negativos sobre el peso y la apariencia corporal pueden llevar a problemas de autoestima, insatisfacción corporal, ansiedad, trastornos alimenticios y otros problemas de salud mental.

Los medios de comunicación y los periodistas tenemos una responsabilidad ética en la forma en la que se abordan las informaciones sobre las personas gordas. Es fundamental evitar el sensacionalismo y la estigmatización, así como promover mensajes de inclusión, aceptación y diversidad corporal. Y en ese propósito debemos trabajar juntos médicos, endocrinos, nutricionistas, activistas y comunicadores. La lucha contra la gordofobia no se limita a cambiar la forma en la que hablamos sobre el peso y la apariencia física, sino a construir una sociedad más inclusiva, respetuosa y empática en la que se acepte la diversidad corporal en todos los ámbitos de la vida.