XXIII Seminario Fernando Buesa
Centro de Investigación Micaela Portilla (Vitoria-Gasteiz)
2000. La vuelta del terror
Se cumple un cuarto de siglo de aquel fatídico 2000, cuando ETA puso fin a su tregua más prolongada y continúo desplegando aquella letal estrategia suya conocida como “socialización del sufrimiento”. En aquel año la banda terrorista asesinó a veintitrés personas, y todavía en 2001 lo hizo a quince. No eran las cifras horrorosas de los “años de plomo”, ni siquiera las que se sucedieron año tras año hasta 1992. Sin embargo, esa vuelta al terror se produjo cuando la sociedad vasca y española habían recuperado un sentido moral que les llevaba a considerar inaceptable cualquier recurso a la violencia. Ocurrió cuando la confrontación social con los violentos se hizo descarnada e inevitable al tomar estos a toda la ciudadanía como enemiga potencial. Y lo hizo cuando ETA resolvió poner en marcha un fatídico plan con dos vías paralelas: el asesinato selectivo de referentes sociales (políticos opositores, magistrados, periodistas, intelectuales y profesores) para obtener más impacto social que el logrado en sus crímenes “contra uniformados”, y el amedrentamiento ciudadano con una política de acoso constante y ubicuo (la llamada kale borroka).
Todo ocurrió, también, mientras ETA cambiaba la estrategia de desgaste por otra de acumulación de fuerzas nacionalistas para desplegar un proyecto soberanista en el que la tregua era una pieza más en su intención de instalar su modelo político por la vía de los hechos. Así, pactó con el ejecutivo autonómico y le forzó a obviar la realidad de una ciudadanía no nacionalista, convertida ahora en perseguida e invisibilizada. En ese escenario desestabilizador y de crispación social, diferentes personalidades fueron asesinadas, y con ellas se nos arrebató, no solo lo que en sí mismas eran, sino también la trayectoria que podían haber seguido desarrollando en defensa de un país plural y decente.
El seminario de este triste, trágico y decisivo aniversario nos servirá para reflexionar sobre lo que contuvo aquel año, el caudal de emociones y miedo que llevó consigo, la amenaza de una sociedad vasca escindida, la responsabilidad política de algunos grupos y la percepción entonces de una vuelta al terror que, luego lo sabríamos, fue en realidad el auténtico “canto del cisne” de la banda.