
Fuente. ChatGPT
El 2 de abril de 2025, día denominado Liberation Day, ha entrado en vigor el decreto sobre aranceles que el presidente de EEUU, Donald Trump, venía anunciando y retrasando. Este arancel afecta a un gran abanico de productos y de países con distintas tasas arancelarias: a la UE, el 20%, a UK, el 10%, a Israel, el 17% y a China, el 30%.
Andrés Araujo, catedrático de la Facultad de Economía y Empresa de la UPV/EHU, nos ofrece su opinión sobre esta decisión en este post.
Todos los economistas, sin excepción, afirman que los aranceles van a tener un efecto muy negativo en el comercio mundial, en el consumo, en la inversión, en la inflación, en los tipos de interés y con todo ello, en el crecimiento esperado del PIB, y consecuentemente, en el nivel de empleo. De momento, en los 10 días previos al arancel, el S&P 500 ya ha caído un 7%, con motivo del aumento de la incertidumbre.
Este efecto negativo no se puede parcelar, es decir, no va a haber ganadores y perdedores, porque el comercio internacional, desde el momento que es una actividad voluntaria, no es un juego de suma cero, sino de suma mayor que cero. Es decir, todos los participantes ganan en conjunto. Eso no significa que algunos colectivos particulares puedan verse afectados negativamente. Por ejemplo, a ver quién convence de las bondades del comercio a los trabajadores despedidos de una fábrica de automóviles en Detroit porque ahora los coches los venden empresas chinas. Efectivamente, ese colectivo ha perdido en EEUU y los trabajadores chinos de BYD se ven favorecidos por tener más trabajo. Pero, en conjunto, en EEUU también se gana, y puede que todavía más, pues se crean otros empleos en otras industrias, como la biotecnología, donde dos de los principales hubs mundiales están en San Francisco y en Boston. Es decir, si el foco se pone en una industria particular, y más aún, en una empresa particular, la competencia internacional conlleva ganadores y perdedores, pero cuanto más amplio se ponga el foco, mejor se puede entender que las trabas y costes generales de transacción (la incertidumbre y los aranceles lo son) menos niveles de eficiencia se alcanzarán, que repercutirán finalmente de manera negativa en el empleo y en el bienestar social.
Entonces, si David Ricardo hace poco más de 200 años ya demostró las bondades para todos del comercio, y con todo lo que ha avanzado en estos dos siglos la ciencia económica, ¿por qué toma estas medidas? ¿Y qué impacto puede tener en una empresa vasca?
Vaya por delante que, desde mi modesta opinión, al igual que la vasta mayoría de economistas, pienso que la medida es nociva y no va a arreglar los problemas que quiere arreglar, pero tratando de ponerme en su lugar, creo que quiere, además de hacer América grande otra vez, demostrar firmeza frente al mundo y dar lecciones o aumentar la seguridad nacional buscando casi una “autarquía”, es corregir los enormes desequilibrios financieros que ya tiene el país y que es consciente de que van a agravarse si aplica las políticas prometidas de bajadas de impuestos.
La situación financiera de la economía de los EEUU es muy preocupante: su déficit fiscal es del 6,2% del PIB (1,8 billones de $, de los de doce ceros) que tendrá que financiar con emisión de deuda (o aumentando la masa monetaria, como hizo Argentina en la época Kirchner y creando inflación). Pero la deuda ya es muy abultada: su deuda pública es de 36,2 billones de $ (122% del PIB) y lo más preocupante es que su tendencia es alcista: en 2020 era de 23 billones, lo que significa que en 5 años ha aumentado a razón de 2,6 billones/año, casi la deuda pública de Italia, uno de los países más endeudados del mundo. Esta enorme deuda pública genera unos intereses de más de 1 billón de $, que es superior al presupuesto que tiene en defensa (916.000 millones $, con diferencia el mayor del mundo).
Esta deuda tiene un coste medio relativamente bajo, el 2,8%, porque una parte importante de ella se tomó en momentos en los que los tipos de interés eran muy bajos y su rating mejor. Teniendo en cuenta que la inflación actual es también del 2,8%, tanto si se considera en términos de IPC como de deflactor implícito del PIB, el tipo de interés real es nulo, lo que la hace más soportable. Sin embargo, hay un par de hechos preocupantes. En 2025 vencen 9,2 billones de $ de deuda, y el 70% de ella se agolpa en el primer semestre. Eso significa que el impacto que va a tener en los mercados de bonos va a ser importante y tensionará los tipos de interés a largo plazo.
Actualmente el rendimiento de los bonos del tesoro a 10 años está en el 4,36%, ya bastante superior a los de España cuyo rendimiento exigido es del 3,39%, 97 puntos básicos menos; siendo España un país que por su elevado nivel de endeudamiento tiene un rating inferior al de EEUU (A frente a AA+, según S&P). Y más preocupante aún es que la tendencia de este rendimiento es creciente: en los últimos tres años, desde 2022, ha aumentado en 110 puntos básicos.
Creo que es interesante hacer el siguiente ejercicio hipotético: ¿qué pasaría si la Reserva Federal no tuviera que renovar sólo el 25% de la deuda en 2025, como ocurre, sino el 100% de ella? ¿qué impacto tendría en la carga financiera? En ese caso, los intereses se dispararían a 1,58 billones de $, un 58%. Eso suponiendo que este enorme volumen de colocación de bonos en el mercado no aumentara los rendimientos exigidos por la enorme presión de demanda en el mercado. La realidad es que sólo necesita buscar financiación al 25% ($9,2 billones). Pero si los tipos no bajan, y las medidas que está tomando no ayudan a que lo hagan, el coste irá subiendo inexorablemente. De hecho, al rendimiento actual exigido por el mercado de bonos, los nuevos 9,2 billones $ que consiga le supondrá tener que pagar 140.000 millones $ más en concepto de intereses.
Por lo tanto, el Gobierno de Trump necesita generar más ingresos. Y también necesita recortar gastos, si quiere reducir el enorme déficit. Por este lado, el encargado de esta misión, Elon Musk al frente de DOGE, un departamento creado específicamente para reducir el gasto, parece que abandona próximamente el Gobierno.
Por otra parte, en la campaña electoral, Trump prometió bajar los impuestos, a las cotizaciones y beneficios sociales, a las PYMES, trabajadores, etc., que se estima que puede tener un impacto negativo en los ingresos entre 800.000 millones de $ y 1 billón anuales. Por lo tanto, si cumple sus promesas, las finanzas públicas, ya muy desequilibradas, se desajustarían más.
Estiman que los aranceles, que equivalen a un impuesto, y como tal van a acabar pagando los consumidores, les supondría una entrada de 600.000 millones/año. Aparentemente son insuficientes para compensar junto con el “ahorro” que consiga DOGE, pero en todo caso sin ella ve que sería inviable la reducción de impuestos.
Por otra parte, creo que él encuentra otras externalidades positivas en esta medida:
La economía de EEUU arrastra un déficit en la Balanza por Cuenta Corriente del 3,9% del PIB, con tendencia creciente. Su deuda externa es enorme: 27,6 billones de $ (95% PIB), aunque si la miramos en términos de su posición financiera internacional neta, más apropiado porque se tiene en cuenta no sólo lo que debe, sino también lo que le debe el resto del mundo, es de sólo 18,5 billones$; pero, incluso así, sigue siendo muy elevada (62% PIB). La conclusión es que EEUU debe mucho dinero al mundo. Para ponerlo en contexto, en España, que es un país muy endeudado, nuestra deuda externa es del 104,3% (2024) pero cuando computamos también lo que nos deben ya sólo es del 44% y lo mejor es que la tendencia sigue siendo a bajarla y que viene de niveles superiores al 80% y va acercándose al 30%, que se considera recomendable no superar. Es verdad que el riesgo también está condicionado por el rendimiento de los activos que tiene EEUU en el resto del mundo, rendimiento que es mayor que el coste de sus pasivos, porque son rendimientos que proceden de los activos de empresas tecnológicas como Alphabet, Meta, NVIDIA, Microsoft, Amazon, IBM, mientras que el coste que paga por sus pasivos, mucho de él es de los bonos en manos extranjeras, y ese es inferior al 3%.
En todo caso, si EEUU quiere reducir su déficit en su balanza comercial y en la más amplia de Cuenta Corriente, los aranceles, céteris paribus, ayudarían a este objetivo.
Por otro lado, creo que él piensa que sus exportaciones, al estar compuestas por productos de un componente mayor que el de las importaciones, no van a estar tan afectadas en las ventas de las empresas afectadas en caso de respuesta de otros países con aranceles espejo, porque su demanda es más inelástica. En efecto, hay pocas alternativas a sustituir un medicamento que cura el cáncer por otro; pocas alternativas a productos de Google, al GPS, de Cloud computing (que domina Google, Microsoft o Amazon), a la IA, que también dominan estas empresas o a los productos de biotecnología que ofrecen empresas estadounidenses. En cambio, ruedas, acero, aluminio, vino o queso, puede cambiarse de proveedor con relativa facilidad y rapidez. Y eso le lleva al siguiente efecto colateral positivo, siempre poniéndome en sus zapatos: reindustrializar el país y proporcionar más empleo a trabajadores que están en estados que le votaron. Eso, a pesar de que la tasa de paro es baja; está sólo en el 4,1% que se puede considerar situación de pleno empleo, y del hecho de que estas medidas van a generar más tensión sobre los costes salariales.
Por todo lo anterior, no tengo muy claro si Trump debería hablar del Día de liberación o el día de la recesión. El tiempo lo dirá.
Mis pensamientos están en toda la gente que va a perder empleos si finalmente las aplica y aunque menos empático, también con los aduaneros que van a tener que aplicarlas, porque en el mundo actual basado en cadenas logísticas globalizadas, es tremendamente difícil, decir qué es un producto Made in USA.
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