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Arte, mentiras y cuentos del Guggenheim

 

Bermeo cuenta y ha contado con artistas. Tanto el pintor Benito Barrueta (1873-1953) como el escultor Néstor Basterretxea (1924-2014), son artistas bermeanos fallecidos y con gran reconocimiento dentro de la cultura vasca y cuya obra está en importantes museos y colecciones privadas de arte. ¿Por qué ningún técnico de cultura, ni concejal o alcalde a sueldo -que se pagan del presupuesto municipal bermeano-, destina fondos económicos para el mantenimiento del patrimonio artístico al aire libre que hay en Bermeo (Bizkaia), tanto en esculturas como en edificios de interés arquitectónico?

Fuente: @gabantxo (2021) Deterioro en la escultura "Homenaje a Benito Barrueta" [obra de Néstor Basterretxea, 1973]

Fuente: @gabantxo (2021) Deterioro en la escultura “Homenaje a Benito Barrueta” [obra de Néstor Basterretxea, 1973]

Una escultura importante en el parque público de la Atalaya, titulada Homenaje a Benito Barrueta (Basterretxea, 1973), que es de hormigón y madera, se pudre sola.

 

Es curioso lo que sucede este verano de 2021, con el puerto viejo convertido en un ir y venir continuo de coches a la búsqueda del aparcamiento gratis-total, y turistas que tras visitar el Guggenheim de Bilbao, corren a Bermeo para montarse en barco hora y media y ver Gaztelugatxe, y mientras la oficina de turismo municipal recomienda en su web “visitar Bermeo de la mano de Néstor Basterretxea“, que por cierto, es hijo predilecto de la villa desde 2002. Otra escultura suya, la de acero-cortén Olatua (Basterretxea, 2006) permanece asediada junto al muelle-aparcamiento en el puerto viejo, portuzarra, que supuestamente la Dirección de Puertos del Gobierno Vasco diseñó en 2005 como zona peatonal. ¿No es cierto que estas cosas no son mentiras?

A duras penas, gracias a cierto revuelo generado en las redes sociales parece iniciarse la rehabilitación de la escultura de la lamia Xixili (Butrón, 1980), en la bocana del puerto de Bermeo, escultura abandonada durante cuarenta años por la desidia de las instituciones públicas, y ahora en 2021 bajo observación de unos estudiantes de Bellas Artes de UPV/EHU.

El casco antiguo medieval de Bermeo está catalogado como Conjunto Histórico Monumental desde 1994 y sobrevive a pesar de la poca inversión económica realizada desde el Ayuntamiento y el Gobierno Vasco para reconocer -de alguna manera- a las personas que todavía se empeñan en habitar esas pequeñas casas. El paisaje en el que se sitúa Bermeo frente a la mar es de los más hermosos que existen y exige un desarrollo sostenible del turismo, tal y como el Gobierno Vasco subrayara, al calificar en Abril de 2021, el entorno de Gaztelugatxe, con rango de protección de “paisaje cultural”. 

Y entonces, pienso en aquel profesor de Historia del Arte durante el Bachillerato, en el Instituto Público de Bermeo, el catedrático Ignacio Arozena, y me doy cuenta de lo mucho que nos quedó por aprender de él. Sobre todo a valorar a los artistas y a comprender el contexto de la época de cada cual para crear (o destruir) obras de arte.

Quizás por eso, porque muchos adolescentes bermeanos de las décadas de los años ’60, 70′ y 80′ que hoy somos personas adultas, conocimos aquellas enigmáticas clases de Historia del Arte, estoy segura que Ignacio Arozena entraría en còlera ante la alfombra roja colocada para sacar unas perrillas al turismo de masas, mientras se degradan los rincones de arte y belleza de Bermeo.

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