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WATER SCULPTURES (2009-2010) · SHINICHI MARUYAMA

Water sculpture #1, 2009

Water Sculpture #3, 2010

Shinichi Maruyama (Nagano, Japón 1968) comenzó su andadura profesional en una agencia de fotografía comercial, senda que abandona en 2003 cuando se muda a Nueva York para desarrollar una práctica artística de calado conceptual dejando a un lado el mundo de la publicidad que le había proporcionado acceso a la tecnología de fotografía estroboscópica de alta velocidad. Precisamente gracias a dichos conocimientos desarrolla la serie que nos ocupa, las denominadas esculturas de agua –Water Sculptures– donde se nos muestran formas corporeizadas derivadas del registro fotográfico de la acción de arrojar agua en el espacio.

No se trata de la única serie que acomete bajo este principio y técnica. De hecho, sus series Kusho o Gardens persisten en mostrar la imagen congelada de la trayectoria de materialidades líquidas -en este caso agua y/o tinta- tras ser arrojadas al aire, planteando uno o varios cuerpos suspendidos en el espacio. No obstante, en Kusho destaca la idea de impacto o conflicto incluso a nivel simbólico a través de un cromatismo austero, pero de opuestos (blanco-negro) y se sustancia el impacto entre dos cuerpos de agua y tinta. Ambos cuerpos, que aún mantienen una configuración acorde a las acciones que les han dado lugar, se topan en un espacio-tiempo común, sin mezclarse aún, agudizando la sensación de solidez de cada uno de los componentes. En la serie Gardens, sin embargo, la tinta arrojada se corporeiza de forma significativamente más fragmentada, buscando una recepción contemplativa análoga a la de los jardines zen y desplegada en un espacio que guarda continuidad cromática con la figura, evocando la idea de paisaje.

En esencia todas estas imágenes comportan la captación del principio subyacente de acciones energéticas entre formas, si bien la apariencia compacta de los cuerpos líquidos que torna visible Water Sculptures quizá sugiera con mayor claridad las ideas de solidez y permanencia tradicionalmente atribuidas a la escultura. Un efecto escultórico que producen las imágenes por congelación del instante o ralentización en el tiempo del acontecer.

Frente a otras piezas de artistas que se han valido de este mismo método, pero incorporando el factor humano como Milk (1984) de Jeff Wall o Tetsuo, Bound to Fail (1998) de Sergio Prego, el espacio-fondo que alberga la(s) figura(s) de Water Sculptures es blanco, un fondo que elude captar atención, evocando un vacío que casi tiende a la imperceptibilidad, sólo existente para permitir que la figura emerja en todo su esplendor. Así, asistimos a la manifestación de una belleza inestable, irrepetible e imperfecta que nos remite a la vertiente estética japonesa denominada wabi-sabi. La única evidencia de la existencia de un contenedor la encontramos en la sombra inferior a la figura. Las sombras, tanto internas al cuerpo como externas a él contribuyen a otorgar una tridimensionalidad y volumetría a la masa de agua que, durante un lapso temporal extremadamente corto, queda suspendida en el aire bajo tal configuración.

De este modo, observamos que la obra de Maruyama promueve la concurrencia de una transdisciplinaridad clara: el gesto mediante el que se arroja el líquido y que propicia un tipo de cuerpo u otro apunta a la dimensión performativa, la tecnología y obra final corresponden a una imagen fotográfica mientras que la imagen corporeizada del líquido desplegado en el espacio aporta el sentido escultórico. Más aún, incluso resulta perceptible el hálito de otro arte tradicional japonés, la caligrafía. Maruyama fue instruido en dicha técnica durante años y no duda en establecer un paralelismo entre el fascinante momento previo a manchar la hoja inmaculada del papel de arroz con el pincel. En este caso, el soporte de la escritura estaría constituido por la tridimensionalidad del espacio neutro en que es captado.

Autorretrato

Lo que acaba por representarse es un evento, un acontecer espacio-temporal. El hecho de que el escenario-fondo sea blanco nos remite al papel que pretende un cierto grado de neutralidad (lo mismo que el White cube) dotado de luz. Mientras que la tinta negra extrema el contraste, aquí nos encontramos con una materialidad transparente que, sin embargo, gracias a la iluminación, nos regala sombras que permiten la percepción de sus límites y cierta densidad alusiva a la idea de cuerpo.

La dimensión temporal del proyecto en su conjunto también adquiere una especial relevancia, en la medida en que la cámara, gracias a una brevísima apertura del diafragma, captura con suficiente nitidez el fragmento infinitesimal de tiempo que mantiene estable la corporeización de la estela gracias a una velocidad de obturación que permite congelar el instante. Dichos cuerpos efímeros y altamente estéticos pueden leerse como poesía de un cuerpo en el espacio.

P.D. Os dejo la dirección web donde podréis ver un documento videográfico a cámara lenta donde apreciar el proceso de la acción que da origen a estas piezas https://vimeo.com/15370828

 

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